Adrián Berra, en transición y rompiendo moldes: Mi vida fue siguiendo el camino de las canciones | Música | La Voz del Interior

2022-09-24 02:54:17 By : Ms. Coco Qing

El cantautor radicado en Sierras Chicas habla del paso de su formato más intimista a uno con banda para el disco por venir. Además, cuenta la curiosa historia de su primera canción e invita al público a llevar su guitarra para el concierto.

Muchas veces se dice que una canción puede cambiar el mundo, y, más allá de los debates filosóficos de si es posible o no que eso suceda a gran escala, lo cierto es que hay sobrados casos a niveles personales donde la consigna se cumple.

Para Adrián Berra, cantautor con destacada trayectoria que se radicó hace unos años en las Sierras Chicas y logró con un modo artesanal ir generando un público propio en diferentes partes del mundo, sus canciones le fueron marcando el camino de alguna manera u otra.

Mientras vivió en Buenos Aires, desarrolló una forma de canción despojada y paisajística que primero lo llevó a vivir a Uruguay, cerca del mar. Luego de muchos viajes y de una vida de nómada musical, construyó su refugio en Villa Ani Mi, en el monte serrano cordobés. Y desde allí, se mueve hacia los distintos centros urbano (y no tanto) para conectar con su cada vez más amplio público o “personas que siguen sus canciones”, como le gusta llamarlas.

Ese ritual volverá a producirse este jueves a las 21.30, cuando desembarque por primera vez en el Quality Teatro “para despedir las canciones anteriores y recibir las nuevas”, según explica en el comienzo de la charla.

“Estoy en una transición entre la salida del disco nuevo y volver a tocar con el equipo más completo, una banda más grande. Tenía ganas de despedir este formato más acústico con el que estuve girando todos estos años. A cada lugar adonde voy tengo distintos invitados, pero la mayor parte es sólo con la guitarra”, completa Berra.

El último disco de estudio del cantautor, Mundo debajo del mundo, ya tiene más de cinco años de recorrido. En el medio, lanzó algunos singles y hasta una conmovedora película publicada durante la pandemia (Viajes a Pequemonia). Pero la expectativa está puesta en la salida de su nuevo trabajo, que, según admite, quedará finalmente para marzo del año que viene.

–Me pareció muy original el trabajo de la película en el que mostrás tu mundo, el contexto donde se gestan las canciones. ¿Cómo fue el proceso?

–Justo cuando se volvió a cerrar todo el año pasado, tuve que suspender shows, eso me angustió un poco, la verdad. Entonces salió lo de la película. En poco más de un mes la armamos. La idea fue hacerla en casa, en las Sierras, un poco para mostrar el núcleo desde donde salen las canciones, abrir la intimidad del proyecto. Al no tener un disco en vivo, también era un poco mostrar las canciones en ese registro y con una apuesta audiovisual. El año anterior ya habíamos hecho un streaming que estuvo espectacular, pero tenía ganas de otra cosa. Con los recursos que teníamos, armamos un equipo de trabajo que se vino 10 días para casa y fue todo muy hermoso. Es como una joyita del proyecto, de hecho la promocionamos poco. Me gusta porque hay gente que sigue las canciones desde hace tiempo, pero se va encontrando con la “peli”. Es como un regalito dentro de mi obra.

–¿Cómo fue la elección del repertorio y de los invitados? En este caso, compartís con dos músicas de Córdoba, como NegraMarta Rodríguez y Clara Presta, y con Micaela Vita, también radicada acá.

–Hay algunas canciones viejas que tenía ganas de traerlas a la actualidad. Los primeros dos discos los grabé muy caseros y de muy chico, así que estaba bueno rescatar cosas de ahí, con nuevos arreglos y sonoridades. Hice una lista de canciones y fueron quedando esas, mientras me preguntaba con quién las quería compartir. Tenía ganas de cantar con Mica, de tocar con la NegraMarta, y con la “Clari” Presta hicimos un tema de Gabo Ferro, que lo amo. Fue una especie de homenaje a un año de su muerte y primero pensé en tocarla yo en el piano, pero después la llamé a la “Clari”, que terminó quedando como parte de la banda. Una canta, otra toca el trombón y otra el piano, les aportan cosas diferentes a las canciones.

–Hablabas del próximo disco que fue grabado con banda. ¿Cuánto tienen que ver las canciones nuevas con el formato?

–Siempre privilegié que las canciones se pudieran tocar con guitarra y voz. Ahora estoy en un proceso de querer habitar otros espacios, otras texturas, otros intereses, otras energías en el escenario. El disco nuevo trae sonoridades nuevas para mí y estoy muy contento por eso. Es algo que lo vengo habitando desde hace un tiempo: tardó, pero condensa mis últimos cuatro años de búsquedas y gustos. Todo superorgánico. Y al mismo tiempo es muy Adri Berra.

–Se te nota siempre comprometido con las cuestiones ambientales y sociales y ahora mucho más viviendo en el monte cada vez más amenazado y castigado. ¿Cuánto influyó ese contexto para las nuevas canciones?

–En el disco nuevo, no demasiado. Fue como una decisión. Hay algo de la estética y cierta poética de canciones anteriores que tienen que ver con la naturaleza que las desarrollé mientras vivía en Buenos Aires. Lo loco es cómo fui habitando mis canciones sin darme cuenta y terminé viviendo en una casa de barro cerca del río. Mi vida fue siguiendo el camino de las canciones. Por eso estaba bueno que la “peli” abordara esa estética del monte, ya que el disco va por otro lado. Ahora que estoy viviendo acá, hago el disco más urbano que tengo hasta acá.

–Hay como una intención de no forzar y de que la canción no se “contamine”, de que sea más libre. ¿Va por ahí? ¿Cómo explicás esa conexión tan especial que genera tu música con la gente?

–Me parece lindo eso de que la canción esté “descontaminada”. Es lindo que la poética se abra paso sola y dejar que la canción se manifieste. Me encanta la conexión de la gente, siento que abraza las canciones y las hace propias. Hay un crecimiento en comunión con la gente. La forma que tenemos de crecer es con el boca en boca, ya ni tanto por las redes. ¡Mis primeras canciones se viralizaron por mail! Hubo una particularmente (Un beso en la nariz) que se “viralizó” de esa forma, a pesar de no existir el concepto en ese momento. Por ejemplo, me la mandó una persona de Portugal que no veía desde hacía un montón sin saber que era yo el que la cantaba. Las canciones tienen un poder inexplicable. Ahora somos un poco más conscientes de adónde pueden llegar, pero los primeros discos no tenían ningún tipo de expectativa. Las canciones tienen ese poder de viajar sin intermediario y sin prejuicios. La obra la terminan de completar los espectadores, es real. Trato de mantener esa frescura y hacer que el proyecto crezca, pero tampoco irme al carajo con las expectativas. Ir viviendo el paso a paso, poder disfrutar el camino. Haber podido hacer la película en pandemia, abrir el concierto de Drexler en el Gran Rex... Cada vez que termino el año, miro para atrás y me asombro de todo lo que fue pasando. Soy un agradecido.

–Armaste tu caminito propio e independiente y llegaste hasta acá. Se viene un cambio, pero siempre se te nota muy centrado, no vas a patear el tablero. ¿Cómo hacer para mantener ese equilibrio entre el crecimiento y todo lo que generan las redes hoy?

–Uno patea el tablero cuando reniega de algo anterior. Igual, creo que tiene que ver con las personalidades. Hay artistas que volantean bruscamente y son como formas de habitar los procesos. Creo que lo más difícil es ir cociendo el pasado, con el presente y el futuro. Esa es mi forma de transitarlo. Siempre hay una inquietud y la idea es abordarla de la forma más sincera. Me parece importante ir tras los deseos y tras lo que te entusiasma: ni quedarte en lo que te funcionó ni cambiar por cambiar. Las redes te despiertan todas las inseguridades. El Instagram es una vitrina en la que el artista muestra todo lo que va haciendo, es como una línea de tiempo. Es con lo que nos toca vivir y por supuesto que es una gran herramienta. Pero al mismo tiempo hay que parar la pelota y reflexionar, porque si no te lleva puesto. Esta cuestión de la comparación, lo que uno hace y el otro no... Todo superficticio. Nos tenemos que poner fuertes porque te podés llenar de ansiedad. Hay que quedarse con lo lindo. El barrilete lo tenés que tener ahí para que no se vaya; si no, cuando te querés dar cuenta, no estás disfrutando nada.

–Algo curioso para este show es la convocatoria para que el público lleve guitarras. ¿Cómo surgió?

–Es una cosa que hice hace mucho tiempo en un concierto, hace más de 10 años en una pequeña sala de Buenos Aires. En la entrada pusimos “traé tu guitarra” y, de los 50 que había, unos 20 llevaron. Los invité a tocar una canción y fue muy lindo. Cuando salió esto de tocar en el Quality, me acordé de eso y me pareció que el espíritu tiene que ser el mismo que hace 10 o 15 años. Se me ocurrió y la tiré, vamos a ver qué sale. Cuando les conté a los chicos de producción, se agarraban la cabeza. Creo que en definitiva hay que crecer sin ser solemne.

Este jueves 22 de septiembre a las 21.30 en Quality Teatro (Av. Cruz Toja 200). Anticipadas a $3360 en qualityespacio.com. El sábado 1/10 se presenta en Sala Lavardén de Rosario.

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