Antonio Riu: de portero de Fontana a maquinista en la construcción del puente General Belgrano |Chaco Norte

2022-05-14 17:32:41 By : Ms. Shirley Qian

En ocasión del 49º aniversario de la inauguración del puente General Belgrano consideramos oportuno reproducir la siguiente nota. 

Se trata de una entrevista publicada en 2016 en el Suplemento Chaqueña, a Antonio Riu, quien además de haberse consagrado campeón de la Liga Chaqueña de Fútbol con el Club Social y Deportivo Fontana en 1969, fue maquinista de una grúa en la construcción de la obra de ingeniería que comunica las provincia del Chaco y Corrientes.

Antonio Riu, un goleador que levantaba puentes 

"Yo también jugué en Fontana en el 59", dijo el hombre al entrar en la redacción. Puntero izquierdo de Fontana pero con una corta trayectoria en el fútbol, Antonio Riu, dedicó su vida a "levantar" puentes o lo que le indicaran. Porque tras su breve paso por el deporte más popular, aprendió el manejo de una grúa trabajando para Vialidad Provincial.

Desde el barrio Sarmiento de la localidad de Fontana, jugó durante cuatro temporadas en el club local, con su punto más alto en 1959, cuando el equipo de "La del Abrazo Cordial" disputó las finales del torneo oficial de la Liga Chaqueña.

Si bien nació el 1º de enero de 1940 su padre lo anotó el 30 de diciembre de 1939, "para que haga la conscripción un año antes", cuenta. Sin embargo, "como se dan las cosas que, finalmente no hice la conscripción porque mi papá había fallecido y era el mayor de los varones de la familia. Paradojas de la vida", reflexiona Antonio.

Primer varón y penúltimo de siete hermanos, Antonio nació en Resistencia "pero vivía en el barrio Sarmiento de Fontana. Allí vivíamos con mis padres y hermanos. Éramos siete mujeres y dos varones", dice y agrega: "Mi padre era un hombre muy trabajador", como pensando en voz alta.

-¿Cómo fue su paso por el fútbol?

-Debuté muy joven en primera, en 1957, a los 16 años. Fue un partido contra Resistencia Central, en un torneo preparación que se jugaba antes del torneo oficial. Entré en remplazo de un compañero que se lesionó. Si bien en aquel tiempo no había cambios, en caso de lesión durante el partido se podía remplazar al que tenía que salir.

Recuerdo que hice dos goles en muy pocos minutos y fue una emoción muy grande. A esa edad, entrar cuando no estaba previsto y enseguida marcar dos goles fue como un sueño. Aunque jugando en la tercera división hacía un gol en cada partido.

-¿En qué posición jugaba?

-Era puntero izquierdo, llevaba el número 11 en la espalda.

-¿Cuánto tiempo jugó en Fontana?

-Mi paso por el fútbol fue muy corto, sólo cuatro años, porque después me casé y tuve que salir a trabajar. No me quedaba tiempo para seguir jugando.

-¿Pero estuvo en las finales del 59 ante Sarmiento?

-Si, jugué dos partidos por aquella final de la Liga Chaqueña. El 4 de enero jugamos el primer partido que terminó empatado 1 a 1. Una semana después se jugó el segundo y el resultado fue otro empate por 2 a 2.

En esos dos partidos me perdí como cuatro goles. Era muy joven y me faltaba experiencia y por esos errores me cambiaron para el tercer partido. Sarmiento nos ganó 1 a 0 y se consagró campeón.

Recuerdo que en el segundo partido hicimos un gol que el árbitro no vio. En una jugada cerca del arco de Sarmiento caímos junto con mi marcador adentro del arco y el sacó la pelota con la mano al lado del palo. La pelota pegó en un defensor y salió afuera de la cancha, y el árbitro cobró corner.

Hubiera sido nuestra victoria porque era el 3 a 2 y no se hubiese jugado el tercer partido.

Esa es mi historia como jugador de fútbol. Fue muy corta. En total jugué sólo ocho partidos e hice cinco goles: tres a Resistencia Central, dos en el torneo preparación y otro en el torneo de la Liga; y los otros dos a Central Norte en la Liga.

Enfrenté a Sarmiento, Resistencia Central, For Ever, Central Norte…

-Después tuvo que trabajar. ¿A qué se dedicó cuando dejó el deporte?

-Mi madre consiguió un camión a través de un crédito del Banco del Chaco pero me fue mal. Había muchos caminos de tierra y los vehículos se resentían. Entonces vendí el camión y con ese dinero compré mi casa.

Después manejé un colectivo por un tiempo. Más adelante, cuando se comenzó a construir el puente Chaco-Corrientes, conseguí trabajo manejando un camión hormigonero.

Fue mientras hacía ese trabajo que un ingeniero italiano me observó y me ofreció manejar la grúa. Al principio pensé que se trataba de conducir el camión que transportaba la grúa, pero se refería a que manejara la grúa misma. Era conveniente porque el sueldo era mayor.

Así empecé, con un compañero que me enseñaba ciertas cosas, pero se guardaba algunos detalles. Había compañeros que le decían que no me enseñe. Supongo que no querían que les sacara su trabajo. Pero fui aprendiendo el manejo de la grúa y no paré más.

-¿Cuál era su función en la construcción del puente?

-Empecé en el pilotaje. Instalaba los pilotes del puente, comenzando por poner las camisas de acero hasta 30 metros de profundidad. Son esos "moldes" que se clavan en la arena y después se rellenan de cemento y allí se asientan las bases del puente.

En el puente Chaco-Corrientes trabajé hasta 1974. Y fui el último en salir de la obra porque me quedé a colocar los faldones en el macizo, que son como los zócalos del puente.

Cuando concluyó la obra del puente pasé a la Dirección de Vialidad Provincial, con la grúa, porque la máquina quedó para la Provincia.

Continué con el pilotaje, esta vez en el acueducto de Sáenz Peña, instalando los pilotines en la toma de agua.

Después me llevaron para la construcción del puente San Pedro, donde levanté todo el puente. Primero los pilotes y luego el resto de los materiales que completan su estructura.

Con una particularidad, las vigas metálicas del puente San Pedro eran los encofrados de las vigas de cemento que están en el puente Chaco-Corrientes. Aprovecharon esas vigas metálicas que eran los encofrados para hacer otro puente.

Esos encofrados los retiré con la grúa una vez terminado el puente Chaco- Corrientes. Se retiran cuando las vigas de hormigón quedaron encastradas y asentadas.

-¿Qué otros trabajos realizó con la grúa?

-La grúa me llevó a hacer otras labores. En 1978 levanté las cúpulas de la Catedral de Resistencia. Ese día se jugaba la final del mundial entre Argentina y Holanda. Con los compañeros nos apuramos a terminar el trabajo para ir a ver el partido que estaba por comenzar. Llegamos al depósito y dejamos todo como estaba. Llegué a mi casa y a los diez minutos empezó el partido.

Ya en 1980, en el mes de julio fui el operador de la grúa que sacó el meteorito Chaco, en Campo del Cielo. Fue inolvidable por las características tan particulares del trabajo.

Además fue mi primer viaje en avión. Quería ir en colectivo, como le dije a mi jefe pero me insistieron y finalmente fuimos en un avión de la Fuerza Aérea que llegó de Reconquista.

Cuando llegamos a Gancedo el piloto no encontraba la pista. Finalmente la divisó y el aterrizaje fue terrible en un terreno que parecía un pisadero. Llegué descompuesto.

En Sáenz Peña y Charata me llevaron para montar unos motores Mann, unos son generadores de energía para las usinas. Fueron dos en Sáenz Peña y uno en Charata. Los motores son grandes y pesados, por eso era necesaria la grúa.

También en Vilelas realicé un trabajo inolvidable. Allí levanté el Alto Horno Tamet, la planta de arrabio donde se hacía la fundición para que después dar forma a los lingotes de hierro.

Antonio Riu tendió un puente entre el fútbol y la construcción que le dejó los más gratos recuerdos del deporte y un singular trabajo que fue marcando hitos de la historia de la región. Un protagonista oculto de la historia del Chaco que merece el reconocimiento de la sociedad.

Mis padres eran de Italia, de la ciudad de Sassari, en la isla de Cerdeña. Mi papá se llamaba Antonio, como yo y también mi abuelo. Incluso mi mamá se llamaba Antonia. 

Mi padre "hizo" la guerra de 1914, durante cinco años. Estuvo prisionero con un jefe y se escaparon. Después vino a la Argentina en 1921 buscando a sus dos hermanos, Salvador y Mauricio.

Su novia quedó en Italia y se comunicaban por carta, que escribía una vecina de mi papá porque ella no sabía escribir. Finalmente, el amor se terminó con esa novia pero floreció con la vecina que hacía de intermediaria, quien se convirtió en su esposa, mi madre.